La verdad que la política neoliberal basada en el austericidio y en la deuda ha permitido que la burguesía haya restaurado su poder. Esto hubiera sido imposible si antes no se hubiera conquistado una “hegemonía cultural” por parte de la burguesía. La izquierda no supo o no quiso presentar batalla al nuevo monstruo capitalista que inició su reconquista a partir de la crisis del 73, pero fue sobre todo en la década de los 80 que los conservadores y neoliberales consiguieron triunfar: mediante un ataque frontal al sindicalismo de clase (partiendo del término de individualismo) y atacando los derechos sociales y económicos.
Después de 40 años de política neoliberal nos encontramos con relaciones donde prima la individualidad, donde lo colectivo desparece y donde el proletariado se intenta que desaparezca al intentar “empoderarlo” y convertirlos en autónomos. Es la uberización de las relaciones sociales de producción. El paraíso ya no volverá y todos es incertidumbre donde cada individuo se ha de servir de si mismo y de sus cualidades si no quiere ser devorado por la “mano invisible”.
Pero es que además las salidas de las “crisis capitalistas” siempre se han producido (desde la crisis del 73) sobre las espaldas de los trabajadores. Y en esta última sucede lo mismo. El gobierno está echando las campanas al vuelo ya que a nivel macroeconómico España está creciendo, siendo más competitiva y nos encontramos saliendo del túnel de la crisis del 2008 (es el país de las maravillosas que nos anuncia está burguesía española). Pero la realidad es bien distinta. Veamos algunos datos
771.000 HOGARES SIN INGRESOS LABORALES
1.568.000 PERSONAS RESIDEN EN HOGARES POBRES
756.000 SON PARADOS Y 329.000 SON NIÑOS
Estos datos sacados de la Revista En Clave de Economía de CCOO reflejan una realidad muy distinta y permiten afirmar que lo que ha supuesto la política neoliberal no es otra cosa que el “aumento de la desigualdad en el reparto de la renta” y en este hecho ha tenido un papel clave las [contra]reformas laborales: “A lo largo de la crisis, las sucesivas reformas laborales ahondan en los factores que contribuyen en la desigualdad: se amplían las posibilidades de uso de la contratación temporal, se hace más inestable la contratación indefinida, se precariza el tiempo parcial y se desequilibra la negociación colectiva, dificultando la participación de los trabajadores y las trabajadoras en la prosperidad futura de la empresa”.
Con los contratos basuras y la precariedad se está produciendo una regresión que algunos pensadores ya conciben como una modernidad regresiva, donde se supone que ya no es viable el Estado de bienestar tal y como lo conocíamos. Donde la sociedad es “descendente” y jerárquica. Pero no nos debe importar mucho que ya vuelva la sociedad del bienestar, pues la izquierda “nunca debería de haber luchado por el bienestar”. Ya que en el ADN de la izquierda debía de estar y debería de luchar por un Estado de Justicia, que es muy distinto del Bienestar. Pero sobre esto hablaremos en otro momento”.